jueves, 26 de marzo de 2009

III DE CÓMO SIGEFRIED LLEGÓ HASTA WORMS

Ningún pesar de amor torturaba al novel caballero, mas oyó decir que en Borgoña vivía una hermosa joven que parecía hecha a su deseo. Y esto le hizo experimentar muchas alegrías y muchas calamidades.

Hasta muy lejos había llegado el conocimiento de aquella extraordinaria belleza, así como el de los altaneros sentimientos de que más de un héroe había despreciado, por esto llegaron muchos extranjeros al país del rey Gunter.

Por más que gran número de ellos habían solicitado su amor, Kriemhild no podía resolverse a elegir uno para hacerlo dueño de su corazón. Todavía le era desconocido aquel a quien más tarde, debía someterse

El hijo de Siegelind pensó en aquel amor elevado. Ante la que era ya suya, las pretensiones de los demás le parecían aire, pues él era muy digno de conseguir el afecto de una hermosa mujer. Algún tiempo después la noble Kriemhild fue esposa del valiente Sigfrido.

Como sus padres y sus caballeros le aconsejaran que por cuanto aspiraba a un fiel amor, se dirigiera a una mujer que le pudiera convenir, el noble Sigfrido dijo:

SIEGFRIED: Quiero por esposa a Kriemhild, la hermosa joven del país de los Burgundios, por su sin igual hermosura. Además sé que no hay emperador poderoso que al desear escoger mujer, deje de intentar que sea suya reina tan elevada.

Siegmund tuvo conocimiento de esta noticia; sus fieles vasallos se la comunicaron y de este modo supo cuál era la voluntad de su hijo. No dejó de causarle pena que intentara pretender a tan soberbia joven.

También afligía la nueva a Siegelind, esposa del noble rey: grande fue el cuidado que comenzó a tener por la vida de su hijo, pues conocía bien a Gunter y a sus bravos. Todos hicieron esfuerzos para que el héroe abandonara su empeño.

Entonces el atrevido Siegfried habló de esta manera:

SIEGFREID: Padre muy querido, prefiero vivir siempre sin el amor de ninguna noble mujer, si no consigo el de aquella por la que siento una afección tan grande.

Todos los consejos que le dieron para hacerle desistir fueron inútiles.

SIEGMUND: Ya que no quieres renunciar a tu proyecto, te ayudaré activamente en todo lo que deseas. Sin embargo el rey Gunther dispone de muchos hombres esforzados.
Y aun cuando tuviera no más que a Hagen, el de la fuerte espada, es tan altanero en su arrogancia, que temo salgamos mal librados si nos empeñamos en obtener a soberbia joven.SIGFRIDO: A ¿cuál peligro nos puede amenazar? Lo que él no pueda conseguir amistosamente, lo podrá conquistar con la fuerza de mi brazo. Creo que podrá conquistar el paí­s y dominar a todos los que en el habitan.SIGEMUNDO: Me disgusta la manera que tienes de expresarte. Cuando llegue hasta el Rhin la noticia ya no podrás penetrar en el paí­s de Gunter, Hace mucho tiempo que conozco a Gernot y a Gunter.No hay nadie que por la fuerza pueda conquistar a tan hermosa joven. Esto me lo han asegurado. Ah supongo que a lo menos queréis recorrer aquel país acompañado de guerreros. Si son nuestros amigos, pronto estarán dispuestos.SIGFRIDO: Mis designio no son en modo alguno aventurarme seguido de mis guerreros, como un ejército en marcha; grande será ­a mi pena si tuviera que conquistar a la altanera virgen.Solo mi brazo será bastante para conseguirla, yo el decimosegundo, quiero ir al paí­s del rey Gunter y vos me ayudarais para ello, padre Sigemundo.Diéronle a sus guerreros vestidos de colores forrados con pieles grises.La noticia llega a oídos de su madre Sigelinda y comienza a temer por su hijo querido, que deb­a morir según ella a manos de los guerreros de Gunter. La noble esposa del rey rompía en lamentos.Sigfrido el joven Capitán fue a donde ella estaba y dijo a su madre en tono cariñoso:SIGFRIDO: Señora, no debáis llorar por mis deseos pues ningún enemigo me inspira el menor cuidado.Ayudadme para que pueda realizar mi viaje al paí­s de los Borgoñones: haced que yo y los guerreros que me acompañen podamos llevar buenos trajes, que tan bravos hombres se puedan sentir orgullosos de ellos: en verdad que os dará las gracias sinceramente.SIGELINDA: Ya que no quieres renunciar, te ayudará para que puedas hacer tu viaje mi hijo único. A ti y a los que te acompañen dará trajes que mejores jamás los hayan llevado caballeros. Tendréis todo lo necesario.Se inclina respetuosamente el joven Sigfrido y dijo:SIGFRIDO: Solo quiero llevar conmigo 12 guerreros; que preparen los trajes para ellos. Quiero saber lo que hay de verdad respecto a Kriemhild.Desde entonces mujeres hermosas permanecieron sentadas dí­a y noche, sin descansar un momento, hasta que los trajes de Sigfrido estuvieron terminados. Por nada querí­a desistir de realizar su viaje.Su padre le manda a hacer una armadura de caballero, que deb­a llevar desde el momento en que abandonara los dominios del rey Sigemundo. Se prepararon más de una cota de mallas, y también reforzados yelmos y largos y brillantes escudos.Se aproximaba el tiempo del viaje hacia los Borgoñones. Hombres y mujeres se preguntaban con cuidado si volverán de nuevo al país. Llevaban las armas y los vestidos en bestias de carga.Hermosos eran los caballos y los arcos iban guarnecidos de oro rojo: podrá asegurarse que nadie había obrado con tanta audacia como el guerrero Sigfrido y los hombres que lo acompañaban ardían en deseos de partir para el país de los Borgoñones.Teniéndolo abrazado, lloraron sobre él la reina y el rey, y consolándolos a ambos, les dijo:SIGFRIDO: No debéis llorar por mi causa; no tenéis cuidado por mi vida.Triste era aquello para los guerreros, y muchas mujeres lloraron también. El corazón les decía que gran número de sus amigos debían encontrar 1a muerte y se lamentaban con razón; present­an la catástrofe.Al séptimo día, hacia Worms, por la arena cabalgaban los bravos sus vestidos eran de oro rojo, los arneses primorosamente trabajados. Los caballos avanzaban majestuosamente llevando a los hombres del intrépido Sigfrido.Nuevos eran sus escudos, fuertes y brillantes sus yelmos magníficos, cuando el atrevido Sigfrido se dirigía a la corte del rey Gunter. Jamás héroe ninguno había llevado tan suntuoso equipo.Las conteras de las espadas rozaban con las espuelas y los caballeros escogidos llevaban agudas lanzas. Sigfrido llevaba una de doble filo y ambos filos cortaban de una manera horrible.Llevaban las doradas riendas en la mano; las gualdrapas eran de rica seda: así penetraron en el país. El pueblo de los admiraba en todas partes con la boca abierta; muchos de los hombres de Gunter corrieron al encuentro de ellos para verlos.Aquellos valerosos guerreros avanzaron hacia los distinguidos extranjeros como era de rigor y recibieron a los huéspedes en el país de su señor. Tomaron los escudos en sus manos y de sus diestras las riendas.Querían conducir los caballos hacia el palacio, pero inmediatamente les grita Sigfrido el atrevido:SIGFRIDO: Dejad quietos los caballos a; pronto nos alejaremos de este sitio, porque nuestras intenciones son las mejores.El que sepa lo cierto que me responda, que me diga ¿en donde podré encontrar a Gunter, el poderoso rey de los Borgoñones?Uno de los allá­ presentes que sabí­a todo aquello le respondía:BORGOÑON: Si queréis ver al reyes cosa fácil en esa gran sala, lo he visto con sus caballeros; entrad y podréis encontrarlo con muchos valerosos guerreros.Dieron al rey la noticia de que habí­an llegado unos guerreros magníficamente vestidos, que llevaban ricas cotas de mallas, un soberbio equipo y a los que nadie conocía en el país de los Borgoñones.Extrañado el rey hubiera querido saber de donde veng­an aquellos fieros guerreros, vestidos de una manera tan rica y brillante y con tan buenos, nuevos, y anchos escudos. Nadie se lo podrá decir y esto le causaba gran inquietud.Ortewein, Señor de Metz, que era bravo y atrevido, dijo:ORTEWEIN: Por cuanto no sabemos quienes son será menester llamar a mi tí­o Hagen, y acaecérselos ver. Los reinos y los paí­ses extranjeros le son muy conocidos; si sabe quienes son estos caballeros nos lo dirá seguramente.EI rey le ruega que, viniera con sus hombres y lo vieron avanzar majestuosamente rodeado de sus guerreros que formaban su corte.Pregunta Hagen al rey que era lo que deseaba.REY GUNTER: Han llegado a mi palacio unos guerreros a los que nadie conoce­. Si los has visto ya, tú me diréis la verdad, Hagen.HAGEN: Se acerca a una ventana y dirigiendo su mirada hacia los extranjeros los examino detenidamente. Sus armas y el equipo que llevaban le agradaron, pero nunca los había visto en el país de los Borgoñones.HAGEN: Cualquiera que sea el punto de donde esos guerreros hayan venido hacia el Rhin, deben ser jefes o emisarios de jefes. Sus riendas son hermosas y sus trajes magníficos. Cualquiera que sea el punto de donde vengan deben ser cabal1eros de gran valor.Aunque en mi vida he visto a Sigfrido, estoy dispuesto a creer y me parece que es , el héroe que avanza con tanta majestad.***Trae nuevas noticias a este país: la mano de Sigfrido ha vencido a los atrevidos Nibelungos: a Schilbungo y a Nibelungo, hijos de un poderoso rey. La fuerza de su brazo le ha bastado para realizar maravillas.En ocasiones el héroe cabalgaba solo y sin acompañamiento, encuentra al pie de una montaña, cerca del tesoro del rey de los Nibelungos, a muchos hombres atrevidos a los que no conocía, pero a los que desde entonces, comienza a conocer.Todo el tesoro del rey de los Nibelungos había sido sacado de un hueco de la montaña. Escuchad la narración de aquella aventura. Cuando los Nibelungos se disponían a contársela a Sigfrido, el héroe vio el tesoro y queda maravillado.Se acerca tanto que pudo ver a los guerreros, y ellos lo vieronNIBELUNGO: Aquí se acerca el gran Sigfrido, héroe de NiderlandCon los Nibelungos le ocurrieron aventuras extraordinarias.El joven fue muy bien recibido por Schilbungo y Nibelungo. Los dos reyes de acuerdo, rogaron al príncipe que tomara con ellos parte del tesoro: con tal ardor se lo rogaron que comenzara a creerles.Vio allá tantas piedras preciosas, que cien carros de cuatro ruedas no hubieran podido transportar1as. También había mucho oro rojo del país de los Nibe1ungos de todo debía tomar parte el valiente Sigfrido.Por su trabajo le dieron de regalo la espada del rey Nibelungo. Pero se manifestaban muy poco satisfechos de los servicios que el buen héroe Sigfrido les había prestado. No pudieron llegar a un acuerdo, 1a cólera de ellos estaba muy excitada.No pudo llegar a tomar su parte del tesoro, pues los hombres de uno y otro rey comenzaron a armarle querella: pero con la espada de su padre, que se llamaba Ba1mung, les arrebato a los atrevidos el tesoro y el país de los Nibelungos.Tenían allá entre los amigos 12 hombres atrevidos que eran fuertes como gigantes: pero ¿para qué les podría servir eso? Sigfrido los vencía con su fuerte mano y cautiva a 700 guerreros de1 paí­s de los Nibe1ungos.Con la buena espada que se llamaba Balmung lo hizo. El gran temor que llega a inspirar a muchos jóvenes guerreros la espada y e1 atrevido héroe, fueron causa de que se le sometieran campos y ciudades.Habí­a herido ya morta1mente a los dos ricos reyes; el enano Alberico (Alverig) puso en gran peligro su vida haciendo grandes esfuerzos por vengar a sus señores, hasta que el mismo experimenta la gran fuerza de Sigfrido.El vigoroso enano no pudo resistirlo tampoco. Como fieros leones huyeron a la montaña en la que logra arrebatar a Alberico la Tarnkappa, así se hizo dueño de este gran yelmo y tesoro.Los que se atrevieron a pelear con el quedaron derrotados allí. Enseguida hizo conducir y depositar el tesoro de los nibelungos al sitio de donde lo habían sacado. El fuerte Alberic quedo de guardia.Sigfrido le hizo prestar juramento a Alberic de que lo serviría como fiel vasallo, desde entonces en todo le fue leal--------De esta manera lo contó Hagen de TrondheimHAGENEsto es lo que hizo el héroe ningún otro adquirió tanto poderío.Me son conocidas otras grandes aventuras suyas. La mano de Sigfrido mato al gran dragón y se baño en su sangre, haciéndose su piel tan dura como el cuerno, muchas veces ha podido notarse, ningún arma le hace mella.Debemos recibir de la mejor manera al joven capitán, para no excitar la cólera de tan poderoso guerrero. Su cuerpo es tan bello, que cualquiera se siente inclinado a amarlo, su fiereza le ha bastado para realizar grandes hazañas.El poderoso rey dijo entoncesREY GUNTERDebes tener razón. ¡Mira como se mantienen listos a combatir esos héroes y el atrevido joven! Debemos salir al encuentro de tan valiosa espada.HAGENBien puede hacerlo sin deshonor, es de muy noble linaje, hijo de un rey poderoso. Parece que esta preocupado. Nuestro Señor Jesucristo sabrá porque. No creo que sean aventuras insignificantes las que le han hecho venir.REY GUNTERQue sea bienvenido, es bravo y noble, bien lose, y esto le será muy útil en el país de los Borgoñones.El rey Gunter salio al encuentro de Sigfrido. El real huésped y sus hombres recibieron al extranjero de una manera tal, que nada se echo de menos en su cortesía. El agradable señor se inclino al escuchar tan lisonjeras frases.REY GUNTERMe extraño la noticia de que hubiera venido hasta este país, noble Sigfrido ¿Que ha venido a buscar en Worms sobre el Rhin?El extranjero respondió al reySIGFRIDONo se lo ocultare en modo alguno. En el reino de mi padre supe que aquí a vuestro alrededor se encontraban los guerreros más valientes que rey pudo reunir, y he querido convencerme de ello, mucho he oído contar y por esto he venido.También os oí nombrar por vuestro valor; dicen que jamás se vio un rey tan bravo. Las gentes hablan mucho de ello en todos los países, no quiero marcharme ya sin haber probado vuestra bravura.Yo soy también un guerrero y en su día, quiero dar lugar a que se diga de mi con justicia poseo hombres y tierras. Por merecerlo expondré mi honor y mi vida.Por mas que sea tan poderoso como me han dicho casi no siento ninguna inquietud, y cause a algunos pesar o alegría, quiero arrebatarle lo que posee, campos y ciudades y someterlos a mi dominio.El rey se extraño y también sus hombres al escuchar que quería arrebatarle su reino, al oír tal amenaza, aquellos guerreros se estremecieron de cólera.REY GUNTERComo es esto ¿He merecido yo perder por la violencia de un extranjero el país que durante tanto tiempo gobernó mi padre con honor? Os haremos ver que también nosotros practicamos la caballería.SIGFRIDONo me quiero marchar - dijo el atrevido joven - si tus dominios no siguen en paz gracias a tu valor, quiero conquistarlos todos, también las tierras mías te quedaran sometidas si la fuerza te las hace conseguir.Tu herencia y la mía serán una apuesta igual; al que triunfe del otro, le quedara sometido todo, las tierras y los habitantes.En aquel instante, respondieron Hagen y Gernot:GERNOTNo sentimos deseos de conquistar nuevas tierras, y dar lugar a que por este motivo mueran muchos a manos de los guerreros: poseemos en justicia ricos dominios que nos obedecen y que no se someterán más que a nosotros.Allá­ se encontraban todos los amigos inflamados por la cólera. Entre ellos estaba Ortewein, señor de Metz, que dijo así­:ORTEWEINLa reconciliación será para mi­ un dolor terrible: sin motivo ninguno nos ha provocado el fuerte Sigfrido.Si vosotros y vuestros hermanos no tenéis valor, aun cuando trajera en su compañía un real ejército, me atreverá a combatir con él de tal modo que en adelante el atrevido héroe renuncie por razones poderosas a su impertinencia.Tales frases despertaron la cólera del héroe del Niderland:
SIGFRIDO: tu brazo no puede medirse con el mío: yo soy un rey poderoso, tú no eres más que un vasallo de rey; doce como tú no podrán resistirme en el combate.ORTEWEIN¡A las espadas! –grita inmediatamente Qrtewein, señor de Metz, que ciertamente era digno de ser hijo de la hermana de Hagen de Troneja. Que este permaneciera callado tanto tiempo atormentaba al rey. Entonces habla Gernot, el bravo, y respetado caballero.GERNOTCalmad vuestra cólera -dijo a Ortewein- Nada ha dicho aún el noble Sigfrido para que sea imposible terminado todo cortésmente. Así pienso yo; tengámosle por amigo y será honroso para nosotros.HAGENNos causa gran pesar - dijo entonces el fuerte Hagen – a que para venir a combatir haya atravesado el Rhin con sus guerreros: jamás debía hacer semejante cosa, pues de mis hombres no recibía ofensa parecida.SIGFRIDO¿Os ofende lo que he dicho señor Hagen? -respondía Sigfrido, el héroe valeroso.-Si así fuera a vos toca escoger si queréis que mi valor sea terrible para los Borgoñones.GERNOTSo1o yo me basto para impedido -replica Gernot - ¿Por que nos ha de ser necesario combatir contra vosotros? -pregunta- Si en la lucha murieran muchos héroes, para nosotros no será honra ninguna y vos no conseguiréis provecho.Prohibí a todos sus guerreros que hablaran con desacato porque aquello le disgustaba. Sigfrido pensaba en la hermosa joven.Al escuchar estas palabras; Sigfrido, el hijo del rey Sig­mundo, respondió:SIGFRIDO¿Por que Hagen y también Ortewein desean afrontar el combate en compañía de sus amigos cuando tienen tantos entre los Borgoñones?Todo queda terminado; el consejo de Gernot prevalecía.GEISELHERPara nosotros seréis bienvenido y los que te acompañan -dijo el joven Geiselher- yo y todos mis amigos queremos serviros.Y escanciaron a los extranjeros vino del rey Gunter.El soberano del paí­s dice:REY GUNTERTodo lo que aquí­ hay es vuestro, según prescriben las reglas del honor; cuerpos y bienes serán divididos con vosotrosAl escuchar esto la cólera de Sigfrido se aplaca un tanto.Hicieron cuidar sus equipajes y se buscaron para los acompañantes de Sigfrido los mejores alojamientos que habí­a. Desde entonces todos vieron con gusto al extranjero en el paí­s de los Borgoñones.Grandes honores le hicieron durante muchos dí­as; cien veces más que todos los que yo podrí­a decir. Puede creerse que su valor los merecí­a, y no ocurría que nadie al verlo, sintiera odio en contra suya.En todas las diversiones del rey y de sus hombres, se muestra siempre superior. Cualquier cosa que se intentara, era tan grande su fuerza, que nadie puede igualarlo, fuera en arrojar la piedra o en lanzar la flecha.Como siempre estos juegos se hicieron por cortesía delante de las mujeres, que veían con sumo gusto al héroe del Niderland. El tenía fijos sus sentidos en un elevado amor.Las hermosas mujeres de la corte querían saber noticias:MUJERES¿De donde es? Es hermosa su presencia, es muy rico su equi­paje?Muchos contestaban:"Ese es el héroe del Niderland."Para cua1quier ejercicio estaba siempre dispuesto; llevaba en su mente una amorosa y bella virgen a la que todavía no había visto y ella también lo sentía en su corazón.Cuando caballeros y escuderos celebraban justas en el patio Kriemhild, la respetada hermana del rey, los miraba desde la ventana; ningún otro divertimiento le agradaba tanto.Si hubiera visto que lo estaba mirando aquella de quien sentía lleno su corazón, hubiera sido para de gran alegría. Si sus ojos hubieran podido verla, afirmo que nada le habría pare­cido tan dulce en la tierra.Cuando se hallaba en la corte entre los demás caballeros como ocurre en los juegos, parecía tan digno de ser amado el hijo de Sigelinda que más de una mujer sentía enternecido el corazón.Con frecuencia pensaba: ¿De que modo llegaran mis ojos a ver a esta noble joven a la que desde hace mucho tiempo amo con todo mi corazón? Aun no la conozco. No debo sentir af1icción.
Cuando 1os poderosos reyes viajaban por su país, los guerreros tenían que acompañarlos y Sigfrido también; esto era un dolor para las mujeres; por esto muchas veces a causa de su amor sentía gran penaDe este modo permanecía con los guerreros, esta es la verdad; en el país del rey Gunter vivía un año sin haber visto en este tiempo a la mujer amada, por la que poco después experimenta gran felicidad y grandes aflicciones.


Por: Fernanda Reyes y A. Paulina Trujillo

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